1. Oración introductoria – El Pago de Impuestos al César – Mateo 22:15-22
Me detengo y poco a poco me calmo. Hago la señal de la cruz, tomando conciencia más profundamente de la presencia de Dios dentro de mí y en todo lo que me rodea. Pido la gracia del Espíritu Santo, el don de ser conmovido por la Palabra de Dios, que ahora se me permite leer, escuchar, reflexionar y permitir que forme a Cristo dentro de mí (Gal 4:19), para que pueda ser misericordioso, así como el Padre celestial es misericordioso (Lc 6:36). Pido esto con mis propias palabras o utilizando las siguientes:
«Te ruego por la gracia de poder y saber escuchar desde afuera y desde adentro. Desde afuera, las palabras que leo; desde adentro, los sentimientos e impulsos que se despiertan. Comienzo a leer el pasaje del Evangelio lentamente. Palabra por palabra. Línea por línea. Contemplo a aquel que me está hablando.»
2. Lectura – Escucha: El Pago de Impuestos al César – Mateo 22:15-22
15 Entonces salieron los fariseos y tramaron cómo tenderle a Jesús una trampa con sus mismas palabras. 16 Enviaron algunos de sus discípulos junto con los partidarios del rey Herodes, los cuales le dijeron:
—Maestro, sabemos que eres un hombre íntegro y que enseñas el camino de Dios de acuerdo con la verdad. No te dejas influir por nadie, porque no te fijas en las apariencias. 17 Danos tu opinión: ¿Está permitido pagar impuestos al césar o no?
18 Conociendo sus malas intenciones, Jesús respondió:
—¡Hipócritas! ¿Por qué me tienden trampas? 19 Muéstrenme la moneda para el impuesto.
Y se la enseñaron.[a]
20 —¿De quién es esta imagen y esta inscripción? —preguntó.
21 —Del césar —respondieron.
—Entonces —dijo Jesús—, denle al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios.
22 Al oír esto, quedaron asombrados. Así que lo dejaron y se fueron.
3. Pensamientos sobre el Evangelio: El Pago de Impuestos al César – Mateo 22:15-22 – Significado y Comentario
Los fariseos y los herodianos tendieron una trampa a Jesús con una pregunta sobre el impuesto que los judíos debían pagar a los romanos. Querían acusarlo y matarlo de todas formas para disminuir su influencia en el pueblo.
Plantearon una pregunta complicada bajo el pretexto de la lealtad a la ley de Dios. Si él hubiera dicho: «Deben pagar», lo habrían acusado junto con la gente de ser amigo de los romanos. Si hubiera dicho: «No deben pagar», las autoridades romanas lo habrían acusado de incitar una rebelión. Querían ponerlo en una situación sin salida.
Jesús percibió su hipocresía. En su respuesta, no perdió tiempo en discusiones inútiles. De inmediato fue al corazón del asunto al preguntarles sobre la imagen y la inscripción en la moneda.
Basándose en su reconocimiento de que pertenecía al César, él dijo: «Den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». Los fariseos, los herodianos y la gente ya reconocían la autoridad del César, ya que le pagaban lo que le correspondía. También utilizaban su dinero para comprar y vender, e incluso para pagar el impuesto del templo.
Su pregunta carecía de relevancia. Con su respuesta, Jesús les dejó en claro que, como aparentes siervos de Dios, habían olvidado lo más importante: dar a Dios lo que le pertenece. Solo lo harían cuando vivieran y actuaran sin hipocresía, justa y honestamente, de acuerdo con los mandamientos de Dios.
Esta historia tiene un significado más profundo. De la misma manera en que la imagen del César estaba impresa en la moneda, la imagen de Dios está impresa en nosotros, ya que fuimos creados a Su imagen. «Dios creó al hombre a Su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó» (Génesis 1:27).
Por lo tanto, no nos pertenecemos a nosotros mismos, sino a Dios, quien nos creó y nos redimió a través de Su Hijo, Jesucristo (1 Corintios 6:19-20). Estamos llamados a reflejarlo a través de nuestra forma de vida y acciones, Su amor, justicia, misericordia y bondad, y así glorificarlo y honrarlo, y trabajar juntos para construir Su reino.
Al igual que Jesús, las autoridades persiguieron y acusaron a los cristianos en Siria y Palestina, para quienes Mateo escribió su Evangelio, debido a su forma de vida y su testimonio sobre la resurrección de Cristo. Cuando leían en el Evangelio cómo perseguían a Jesús, se sentían consolados al darse cuenta de que no estaban solos en su sufrimiento.
Esto los alentó y fortaleció su fe para continuar su camino. De manera similar, este pasaje del Evangelio puede fortalecernos en nuestro camino de fidelidad al Padre a través de Jesucristo en el Espíritu Santo.
4. Meditación – Reflexión
Ahora estoy reflexionando sobre la Palabra de Dios que he escuchado. Estoy mirando a Jesús y a otras personas en el pasaje. Estoy observando cómo la Palabra de Dios toca mis pensamientos y sentimientos, cómo me revela a Dios a mí y a mí mismo y a los demás en Él. Los siguientes pensamientos o preguntas también pueden ser útiles:
- ¿Qué parte del Evangelio me ha impactado más? ¿Cómo influye en mí, en mis pensamientos, palabras y acciones?
- ¿De qué manera debo acercarme a Jesús para que Él pueda revelarse y vivir aún más plenamente en mí y a través de mí?
- ¿Cómo será mi vida y mis acciones cuando entregue a Dios lo que le pertenece?
5. Oración Personal
En los próximos momentos de silencio, hablo de esto con Jesús. Le cuento lo que pienso, lo que siento, lo que quiero. Le pido la gracia que necesito para… (haz tu conversación con Dios).
6. Contemplación – Momento de silencio con Dios
Permito que todo dentro de mí se vuelva silencio. Estoy simplemente presente en Dios, así como Él está presente en mí. Quizás desde este silencio y quietud, sentiré aún más la dirección de Dios y Su deseo de que siempre esté con Él y haga todo con Él y en Él…
7. Oración al final
Padre Celestial, te agradezco por todas las consolaciones y conocimientos que he recibido. Ayúdame, a través de tu Hijo y el poder del Espíritu Santo, a ser capaz de reflejarte en mi vida y acciones en todas mis relaciones, y juntos con todos mis hermanos y hermanas, construir tu reino de paz, justicia y amor.
8. Revisión de mi meditación o reflexión en la oración
Este es el momento en el que tomo conciencia y articulo lo que estaba sucediendo dentro de mí durante la oración. Las siguientes preguntas pueden ayudarme en la reflexión:
- ¿Qué estaba sucediendo durante la oración? ¿Qué sentimientos y pensamientos pude discernir dentro de mí?
- ¿Qué aprendí acerca de Dios, Su relación conmigo y con los demás, y mi propia relación con Él y con los demás?
- ¿Cómo concluí mi oración? ¿Qué recibí en ella para mi vida cotidiana?
- Al final, puedo anotar mis ideas, descubrimientos y realizaciones. También anoto dónde encontré dificultades, ya que pueden ser valiosas para comprender la relación de Dios conmigo y mi relación con Él. También pueden ayudarme a encontrar una forma de orar más adecuada. Luego, expreso gratitud al Dios trino por todo.
Las meditaciones de Lectio Divina se publican y adaptan con permiso de los jesuitas en ignacijevdom.si.
Texto de la Biblia – Nueva Versión Internacional (NVI)
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